A veces la vida se siente como si te dejaran a mitad de camino. Como cuando te lanzas a cocinar algo, sigues las primeras instrucciones de la receta con seguridad, pero, de repente, te das cuenta de que falta una parte. Y ahí estás, con la cocina patas arriba, los ingredientes a medias y la certeza de que algo te falta, pero no sabes bien qué.
Es como si el universo fuera ese cocinero despistado que se olvida de contarte que, oye, el toque de sal no se pone a ojo, sino en el momento justo. Y aquí me tienes, en la encimera de la vida, intentando seguir una receta a medias. ¿Y qué hago cuando faltan las instrucciones? Pues, como cuando cocino (cocina de superviviencia), improviso. Porque al final, las mejores recetas son las que salen un poco de chiripa.
Cuando era niña, había una vecina que siempre tenía una receta infalible para cada ocasión. ¿Un día triste? ¡Croquetas! ¿Celebración? ¡Tarta! ¿El día después de cualquier celebración? Las sobras, claro. Pero si algo me enseñó es que lo más importante en la cocina no es la receta en sí, sino la confianza. Esa confianza en que, aunque te falte una parte, puedes echarle un poco de esto y aquello, probarlo, y, si no está bien, pues le pones más. Porque la vida no es una receta precisa, es más bien una combinación de momentos y sabores a los que les echas lo que tienes a mano, confiando en que, de alguna forma, todo se mezclará bien, aunque tengas la batidora rota desde hace años.
La vida, esa receta incompleta
Esto me pasa también con la vida. Nos movemos con instrucciones vagas y a medias, como si nos dijeran: "Mete al horno y, ya, cuando esté listo, lo sabrás." Pero ¿cómo lo sabremos? A veces siento que la vida es como una masa que nunca termina de subir. Y está bien que sea así, ¿no? Después de todo, si todo estuviera perfectamente planificado, con medidas exactas y tiempos exactos, perderíamos la diversión de ir corrigiendo el rumbo.
La incertidumbre es el condimento extra. Es ese toque inesperado que a veces pica demasiado, y otras veces, cuando menos te lo esperas, te da el mejor bocado. ¿Cuántas veces hemos seguido las instrucciones al pie de la letra solo para darnos cuenta de que, al final, lo más importante no estaba en la receta? Está en cómo reaccionas cuando algo sale mal, en cómo improvisas cuando no tienes lo que necesitabas.
De la receta escrita a la intuición
No digo que no me gusten las recetas, ojo. Las respeto, igual que respeto las señales de tráfico o los semáforos en rojo. Pero me gusta más cuando te guías por el instinto. ¿Que la receta dice 180 grados por 20 minutos? Bueno, pues si el olor en la cocina te dice que está listo antes, confía en tu nariz. Porque la vida también tiene ese "olfato", esa intuición que a veces ignoramos por estar demasiado enfocados en seguir el guion.
Hay días en los que te faltan ingredientes, y no, no hablo solo de cocina. Te falta energía, paciencia o, simplemente, te falta el plan. ¿Y qué hacemos entonces? Como cuando se te acaba la leche y decides echarle un chorro de agua al café. ¿Es lo ideal? No. ¿Funciona? Pues oye, más o menos, sí.
Las mejores cosas nacen de los errores
Algunas de las mejores recetas, y los mejores momentos, nacen de los errores. El día que se te pasó la mano con el ajo, o cuando no encontraste albahaca y usaste orégano, quizás descubriste un nuevo plato favorito. Lo mismo pasa cuando, en medio del caos, decides improvisar, soltar el miedo y confiar en que todo saldrá bien, aunque no tengas la receta completa.
Así que la próxima vez que sientas que te falta algo, como si el chef del destino se hubiera olvidado de pasarte la segunda hoja de la receta, no te preocupes. Tira de lo que tienes a mano. Añade un toque de lo que te sobra, aunque no esté en la lista de ingredientes. Porque, al final, las mejores cosas salen cuando dejas de mirar el papel y empiezas a cocinar a tu manera.
Y si no sale como esperabas, no pasa nada. Al fin y al cabo, hasta el mejor chef ha tenido que tirar alguna vez lo que estaba en el horno.
PD1: Hablando de improvisar, acabo de crear un plan B que me está quedando precioso (debería esperar a enseñarlo cuando esté perfecto, pero ya sabes de mi problema con la paciencia, en la cocina y en la vida). Si eres emprendedor o tienes un negocio, te invito a que pases a bichear. Si estás enganchado a las newsletters, a partir del día 22, tienes una nueva para seguir :)
PD2: Por si no eres mucho de improvisación y te gusta tener un mínimo de guía, que te ahorre tiempo y quebraderos de cabeza en este mundo de las redes sociales y la escritura, quizás esto te interese: ¿Qué se cuece por aquí?